“Yo he venido para que las ovejas tengan Vida, y la tengan en abundancia” (Jn 10,10)


¡Felices Pascuas! Es el gozoso anuncio que la muerte ha sido vencida. ¡La VIDA y el AMOR han triunfado! La Iglesia ha recibido el Evangelio de la Vida como anuncio y fuente de gozo y salvación. Lo ha recibido como don de Jesús, enviado del Padre "para anunciar a los pobres la Buena Nueva". Lo ha recibido a través de los Apóstoles, enviados por Él a todo el mundo. La Iglesia, nacida de esta acción evangelizadora, siente resonar en sí misma cada día la exclamación del Apóstol: "¡Ay de mí si no predicara el Evangelio!" (1 Cor 9, 16). En efecto, "evangelizar constituye la dicha y vocación propia de la Iglesia, su identidad más profunda. Ella existe para evangelizar".
La evangelización es una acción global y dinámica, es un acto profundamente eclesial, que exige la cooperación de todos los operarios del Evangelio, cada uno según su propia vocación, carisma y misión. Somos enviados como pueblo. El compromiso al servicio de la vida obliga a todos y cada uno. Es una responsabilidad propiamente "eclesial", que exige la acción concertada y generosa de todos los miembros. Sin embargo, la misión comunitaria no disminuye la responsabilidad de cada persona, a la cual se dirige el mandato del Señor de "hacerse prójimo" de cada hombre: "Vete y haz tú lo mismo" (Lc 10, 37) en tu familia, en el trabajo, en la escuela, en ámbito político, con los amigos... ¡a todos!
Ante todo se trata de anunciar el núcleo de este Evangelio. Es anuncio de un Dios vivo, amigo y cercano, que nos llama a una profunda comunión con Él y nos abre a la esperanza segura de la vida eterna. Al mismo tiempo, se trata se señalar todas las consecuencias de este mismo Evangelio, que se pueden resumir así: la vida humana, don precioso de Dios, es sagrada e inviolable, y por esto, en particular, son absolutamente inaceptables el aborto procurado y la eutanasia; la vida del hombre no sólo no debe ser suprimida, sino que debe ser protegida con todo cuidado amoroso; la vida encuentra su sentido en el amor recibido y dado, en cuyo horizonte hallan su plena verdad la sexualidad y la procreación humana; en este amor incluso el sufrimiento y la muerte tienen un sentido y, aun permaneciendo el misterio que los envuelve, pueden llegar a ser acontecimientos de salvación; el respeto de la vida exige que la ciencia y la técnica estén siempre ordenadas al hombre y a su desarrollo integral; toda la sociedad debe respetar, defender y promover la dignidad de cada persona humana, en todo momento y condición de su vida. Así podemos esperar un mundo más humano, fraterno, donde todos podamos vivir con dignidad y plenitud.
"Lo que existía desde el principio, lo que hemos oído, lo que hemos visto con nuestros ojos, lo que contemplamos y tocaron nuestras manos acerca de la Palabra de la vida... lo anunciamos, para que también ustedes estén en comunión con nosotros" (1 Jn 1, 1. 3).
La VIDA y el AMOR han triunfado. Por eso les digo ¡FELICES PASCUAS!
Padre Marcelo
“Yo he venido para que las ovejas tengan Vida, y la tengan en abundancia” (Jn 10,10) “Yo he venido para que las ovejas tengan Vida, y la tengan en abundancia” (Jn 10,10) Reviewed by Parroquia San Miguel Arcangel on 15:41 Rating: 5

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